De un salto trepaste
hasta mi escote.
Me obsequiaste con un
lengüetazo,
dejándome un pegajoso sabor
a sirope.
Me robaste un beso y un
bocado,
y no te transformaste en
un humano.
Con tu corazón
hipertrófico
derretiste mis
estereotipos;
ahora no necesito un
cuento
que termine en un relato
terrorífico.
Cansada de besar
príncipes,
¡yo he adoptado a mi sapo!;
me quedo con tus arrugas
y verrugas,
y... colorín colorado.
Qué no me prometas un
satélite,
mejor me croas con ternura
mientras meces a nuestro
renacuajo en la cuna.
Tan pequeño me haces
sentir grande,
y no es que te haya
subido a un pedestal,
que tu sangre fría yo la
puedo calentar,
pero la azul se me
destiñe en un pispás.
Convertiremos tu charca en
mi hábitat natural,
prefiero vivir en un
acuaterrario que un palacio;
que me hagas el humor y
no la cena,
y metamorfosis en las
noches de luna llena.
Me espantas a otros
insectos indeseados,
aunque nos critiquen a mí
me importa un carajo;
que por tus branquias has
sido envidiado,
y el que se pique… ¡agua y
ajo!
Por favor, qué no se
rompa el encanto
Gracias ;)
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias José Ángel ;)
EliminarMuy original tu poema...¿No conoces alguna ranita para mí? Tito Fabio.
ResponderEliminarMiraré en la misma charca que encontré a mi sapo... seguro que alguna habrá ;)
EliminarSin duda un sapo afortunado... Me encanto el relato Soledad.
ResponderEliminarjeje Gracias, Jose ;)
EliminarMe encanta tu sapo, mucho mejor que un príncipe azul, un sapo verde.
ResponderEliminarUn besillo.
Donde se ponga un sapo... jeje ;)
EliminarUn abrazo desde la charca. :)
Más vale sapo en mano que cientos de príncipes volando. Los primero son más fieles que los segundos ¡Seguro!
ResponderEliminarUn beso de cuento. ¡Y si! me arrancaste la sonrisa.
jeje Sí, mejor así. Además, menos competencia. =P Me alegro por esa sonrisa y te envío una de vuelta. =)
ResponderEliminarUn beso. =)