Ingredientes para cuatro
personas:
Suegra
Aceite de oliva virgen extra.
Cebolla.
Sal, gorda.
Preparación:
Pillamos desprevenida a nuestra
suegra cuando esté viendo Sálvame Deluxe
o cualquier otro programa insulso de Telecinco
(abstenerse si en ese momento está haciendo ganchillo; las agujas las carga el
diablo).
Salamos el exterior de la suegra
—con la excusa de que tratamos de ahuyentar a los malos augurios— y la
colocamos, perfectamente estirada —si su artrosis nos lo permite—, en un
recipiente para el horno. En caso de no disponer de una caldera de tamaño
industrial podemos llevarla a La Costa del Sol un 15 de agosto.
Cubrimos completamente con aceite
de oliva (o crema solar) e introducimos en el horno —sin sombrilla—. Confitamos
a 40 º durante 8 horas —lo que viene a durar las siestas de la susodicha—.
Pasado este tiempo, sacamos del horno (desmontamos el chiringuito) y dejamos
atemperar (dícese de aplacar su mala hostia) durante 30 minutos. Cuando
comience a volver en sí, metemos una cebolla en su boca. No potencia el sabor
ni nada, pero al menos la mantendremos calladita un rato.
Quitamos al cochinillo, perdón, a
la suegra, del recipiente (o tumbona) con cuidado de que no se rompan las
ampollas y la colocamos, con las pechugas hacia abajo, en una cama forrada de
film plástico de cocina. El film tiene dos funciones: una, evitar manchar las
sábanas de fluidos asquerosos y otra, sudar para perder algo de peso. A estas
alturas nos da igual, pero es que está muy gorda la jodía.
Aparte, colamos el aceite
resultante de confinar (o de la improvisada liposucción) y dejamos enfriar. La
gelatina que ha soltado la suegra se solidificará y podremos utilizarla para
salsear.
Todavía caliente, le damos la
extremaunción —con la salsa recuperada de separar a la suegra de su grasa—,
cabreándola lo menos posible y manteniendo su formato original (cebolla
incluida).
Enfriamos durante 4 horas en una
cámara frigorífica (planificar con anterioridad, ya que se necesita ayuda
forense y/o de otros cuñados/as bastante quemados/as). Transcurridas dichas
horas, si resucita, la golpeamos con una sartén antiadherente. Si no ha
escupido la cebolla, la introducimos en la incineradora para asegurarnos de que
se ha quedado cuajada. Dejamos dorar a fuego lento. Con este proceso, que debe
durar entre 15 y 20 minutos, desaparece la grasa que aún queda y aseguramos que
las cenizas sean de tamaño minúsculo.
Espolvoreamos en el patio, acompañada
de una guirnalda de ensalada: «Tu yerno/nuera
nunca te olvidará» y una coplilla de Canal
Sur.
Una vez finalizado el proceso y
listos los comensales llamamos al Telepizza.
Esta vez no tendremos problemas con el reparto de una «familiar».
El secreto está en la guasa.
¡Buen provecho!
Me parto y me mondo :D un relato sabrosamente divertido, lo de sabroso lo digo por la pizza.
ResponderEliminarVivan las pampiroladas!
¡Vivan! Je,je. =P
EliminarGracias, compi. Un besote. =)
Una receta muy guasona
ResponderEliminarSí, je,je. Apta para La Celda Acolchada. ;)
EliminarUn abrazo. =)
Pobres suegras, qué mala fama tienen y cuánta imaginación y humor negro has desplegado en esta receta.
ResponderEliminarUn saludo
Ya ves, las pobres tienen colgado el sambenito.
EliminarGracias, guapa.
Un abrazo. =)
Gracias por alegrarme el día y prolongarme la vida. ¿Acaso no dicen que reír es saludable y alarga la vida? Pues eso.
ResponderEliminarNo conocía tu vertiente humorística y lo he pasado genial.
Supongo que 1) no tienes suegra, ó 2) que la tienes pero no lee tu blog :)
Un abrazo.
Sí, sí tengo, todavía no la he cocinado je,je. Y no me importaría que leyese esto, la verdad. Tiene un sentido del humor envidiable. =D
EliminarMuchas gracias, Josep.
Un abrazo. =)
Hay suegras y suegras. La tuya bien aliñada debe de ser buena.
ResponderEliminarJa,ja,ja,ja. Eres la pera confitada para el postre.
¡Viva la guasa!
Besos
Je,je. Yo soy una suertuda, la mía es un encanto. En realidad, nunca me he topado con ninguna de las que ha criado la fama de todas. ;)
Eliminar¡Qué viva! Ole. =D
Besotes. =)
Jajaja, ay! pobre suegra... desde luego qué si, el secreto está en la salsa, digo guasa jaja ;)
ResponderEliminarBesos!!!
O en la grasa... Je,je. =P
EliminarUn besote. =)
Jajajajaja ayyy Sole, me has hecho reír. No haces servicio delivery? Yo tengo un cochinillo, digo un ingrediente principal preciso para la receta. Podrías combinarlo con una ensalada de lengua de suegra pero corres el riesgo de que los comensales se queden satisfechos sólo con la lengua, es que la tienen taaaan grande. Genial aporte a nuestro recetario celdil. Besosos
ResponderEliminarJe,je... Brillante idea. Gracias por aderezar la receta. =P
EliminarUn besito, guapa. =)
¡Estás como una cabra, Soledad! Je, je, je.
ResponderEliminarGracias por alegrarme la tarde del viernes; necesitaba un poquito de humor que me despejade la mala leche y así encarar con buena cara el fin de semana.
Un abrazo, amiga.
Probablemente sí, para que negar lo evidente. =P
EliminarGracias a ti por pasarte por aquí y medir el grado de mi locura. =D
Un abrazo, amigo. =)
Ay Soledad, espero que no tengas suegra. Y si ya es tarde para eso, espero que su hijo no lea esto jajajaja.
ResponderEliminarQué divertida receta, y qué "sabrosona" debe resultar. Yo a mi suegra no querría aplicarle el tratamiento, la mujer se porta más que bien conmigo, pero si se pueden usar otros ingredientes principales, tengo algunos candidatos... :P
Un texto genial, ¡muchas gracias por las risas!
Un beso y buen finde, guapa :))
Ay, Julita. Ambas cosas, je,je. Pero como es ficción estoy totalmente perdonada. =)
EliminarNo te preocupes que monto un casting con candidatos para la próxima receta. Ñam, ñam. =P
Gracias, preciosa.
Un besote y buena semana. =)
Jajajaja. Una receta de lo mas interesante, el unico problema que le veo es que si no queda bien a la primera, vamos a tener que conseguir una suegra prestada para seguir mejorando la mano :P
ResponderEliminarUn abrazo Soledad
Je, je, o se usan otros familiares, amigos, conocidos... El caso es que le pillemos el truco para convertirnos en un buen MasterChef. =P
EliminarGracias, José.
Un abrazo. =)
jajaja qué bueno Sole! ¡Ay! Por favor que lastimica la suegra, ;)
ResponderEliminarEsta tiene que ser un mal bicho para haber terminado en un recetario, jajaja
¡Genial!!! :)
Besos!
Je,je. Espero que nadie siga la receta a rajatabla. =P
EliminarMuchas gracias, preciosa.
Un besote. =)
Jajajajaja... ¡Vaya tela, Sole!
ResponderEliminar¡Y que ajco de plato, suerte del Telepizza!
Pobres suegras, la mía es un amor.
Me he reído de verdad, tiene innumerables latigazos de la risa, bueno... Innumerables, no, pero no me voy a poner ahora a contarlos. Me quedo con el golpe con la sartén antihaderente, no sé por qué, pero esa me ha hecho mucha gracia.
Genial, una receta divertidísima, un humor negruno total.
¡Buen provecho, compañera! ;)
Je,je También se puede usar una sartén adherente pero nos arriesgamos a que la puñetera se agarre fuerte a ella y al final terminemos nosotros recibiendo los sartenazos. =P
Eliminar¡Mil gracias y buen provecho, compi! =)
Pobre tu suegra si lee esta entrada. Mordaz y exquisita receta, Soledad.
ResponderEliminarSaludos.
Qué va. Mi suegra es un encanto. Y hace unas lentejas muy ricas. No voy a "cocinar" la "suegra" que me da de comer. =P
EliminarAbrazos. =)
Hola Sole, disculpa que tenga que consultártelo públicamente, pero como eres una gran cocinera, nadie mejor que tú para que me asesores:
ResponderEliminarQuería preguntarte una cosilla, si el cochinillo es de género masculino y hace gala a este nombre, dime querida Sole: ¿qué hacemos si aquello se le levanta?...
Bueno ahora en serio, me he divertido mucho leyéndote y me encantaría que siguieras regalándonos joyas como esta mucho más a menudo, si fuera posible ¡claro!
Un abrazo. =)
Je,je,je Aquí el rabo lo hacemos de toro, pero creo que para el cochinillo también se podría aplicar. No obstante, se dice que del "marrano" se aprovecha todo. =P Y si no, pues a sartenazos hasta que "la cosa" baje. =P
EliminarMuchísimas gracias, Estrella. ;)
Un abrazo. =)
El cura, la suegra… esto está tomando unos derroteros que dan miedo. No va a quedar títere con cabeza… O sí, pero van a ir al horno de igual manera. Qué imaginación más prolífica que tienes, Soledad. Eres única en los relatos de humor. Y si es negro, más aún, ja, jaaa. Hay juegos de palabras de los que has hecho que no tienen desperdicio (ya puestos con el símil culinario). Lo que sí que es todo desperdicio es la suegra que has cocinado… Menos mal que hay Telepizza.
ResponderEliminarMe ha encantado. Siempre es un baño de frescura pasarse por tu blog, compañera.
Un beso enorme
Te falta "El gigante", de Santiago, jeje.
EliminarMuchísimas gracias, compañero. ;)
Un besote. =)