Con
el material perfecto y mi lienzo de algodón fijado sobre un bastidor... En la
paleta hay tal mezcla de colores que me dan la posibilidad de una combinación
infinita de matices. Si añado un toque de aceite, lo convierto en óleo. Vuelvo
soluble el pigmento y transformo el color de la luz que refleja. A todo le
añado mi temple. Dispongo de una brocha con cerdas que requieren ser tratadas
con cuidado para prolongar su vida útil. Millones de pinceladas para plasmar un
sentimiento, intentando dar forma a este boceto que me sirva de guion. Se
convierte en un imposible, un cuadro en blanco, un borrador pendiente, un
artista sin musa ni arte.
—Dime...,
¿por qué no puedo pintarte?