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domingo, 18 de febrero de 2018

Baño de lágrimas



Viertes con la amargura de un corazón roto
lava que expulsan tus ojos ardientes
de encontrar respuestas a la muerte.
¡No las hay! ¡No lo intentes!

Hasta los más sabios tienen miedo al sueño eterno,
de hallar bajo sus carnes pútridas un esqueleto;
a recorrer un camino maltrecho de penitentes
hasta llegar a una nada embalsamada por dolientes.

Miras los pespuntes en tu vientre
del nacimiento que trajo tu dicha.
Deseas amamantar la esperanza
de resucitar de esta lúgubre pesadilla.

¡Amiga, sé valiente!
No hay receta para cocinar un pasado diferente.

La quimera de que el tiempo
sella las heridas a fuego lento;
pura sátira de adeptos incrédulos
que recita a los mártires a los cuatro vientos.

«Seca tus lágrimas», dicen las plañideras
cuando lamentarse limpia y no quema.
Qué no va a devolverte la vida
lo que ya batalló tu suerte.

¡Llora! ¡No te avergüences!
Porque una madre nunca debería dar sepultura a un hijo.
Porque la Parca no elige bien a sus sirvientes.
Porque no das tu brazo a torcer ante la injusticia.

Llora desconsolada. 
Báñalo con tu dolor hasta hacerte fuerte.

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