Eres una adivinanza, que
no consigo resolver;
y es que tus pistas me
despistan hasta el punto de doler.
Me regalas versos que
emanas de tus entrañas
con palabrería barata que
fraguas de tus musarañas.
Descifrar tus enigmas se
ha convertido en mi batalla,
no me dejas otra
estratagema que declararte la guerra, dándote tralla,
y anticiparme a tus pasos
en un camino de piedras con los pies descalzos,
para acabar como una
idiota arrojándome a tus brazos.
Es la última vez que
intento desenredar esta maraña,
que después tengo que ir detrás uniendo los trozos que tú arañas.
Ya me he hartado de armar
puzzles y de romperme la cabeza,
y de consumir medicinas
para acabar con las migrañas
que me produce el ser más
díscolo de la naturaleza.
Cada acertijo me aproxima
al borde de un precipicio.
Y, ¿sabes qué te digo? ¡Qué
ya no juego más contigo!
¡Y ahora no respiro!
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