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martes, 25 de agosto de 2015

¡Miente Pinocho!





Era el mozalbete más apuesto de toda la aldea,
él no tenía que demostrar su hombría,
porque contaba con una peculiaridad:
cuando mentía, el miembro viril le crecía.
Y entre vítores y alabanzas, hacía felices a todas las muchachas.
«Miente pinocho», le pedían.
Y él a todas les surtía de su gran variedad de mentiras.
Pero un día el zagal se enamoró de una chavala,
la más casta y pura de toda la comarca.
Por primera vez se vio obligado a decir la verdad,
y comenzó a rechazar a todas las chiquillas del lugar.
Con su sinceridad… « la cosa» empezó a bajar.
Su enamorada, ya un poco más espabilada, se quedó asombrada.
Y ni corta ni perezosa, le gritó apresurada:
«¡Miente pinocho, qué el tamaño sí importa,
 y tú cada vez la tienes más corta!».
Y Pinocho le dijo que la odiaba y que no la desvirgaba.
Unos minutos después, nuevamente le aumentaba.

Este poema viene con moraleja:
«Las mujeres toleramos alguna mentirijilla piadosa
si la causa es bondadosa».


4 comentarios:

  1. Jajaja, buenísima la historia. Me alegro de que al final volviese a mentir... me alegro por la chica, quiero decir. Me ha encantado.
    Un beso, Soledad

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    Respuestas
    1. jejeje gracias guapa, yo también me alegro por la susodicha en cuestión. =P
      Un besito. =)

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  2. eh... es lo que tiene ser un salvaje pueblerino. Yo te prometo, de verdad, de verdad de la buena, que siempre, siempre, te diré la verdad ;)

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Gracias por regalarme un poquito de tu tiempo.

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