Con
el material perfecto y mi lienzo de algodón fijado sobre un bastidor... En la
paleta hay tal mezcla de colores que me dan la posibilidad de una combinación
infinita de matices. Si añado un toque de aceite, lo convierto en óleo. Vuelvo
soluble el pigmento y transformo el color de la luz que refleja. A todo le
añado mi temple. Dispongo de una brocha con cerdas que requieren ser tratadas
con cuidado para prolongar su vida útil. Millones de pinceladas para plasmar un
sentimiento, intentando dar forma a este boceto que me sirva de guion. Se
convierte en un imposible, un cuadro en blanco, un borrador pendiente, un
artista sin musa ni arte.
—Dime...,
¿por qué no puedo pintarte?
Si cada pincelada la transformas en una caricia, permito que me pintes por dentro y por fuera. No me vendría mal una manito de gato después de tanto desgaste.
ResponderEliminarUn millón de brochazos gatunos para ti a cambio de un ronroneo.
EliminarPintas???
ResponderEliminarMe gustó mucho el final.
Abrazo.
Gracias ;) Como dice el texto pinto poco jeje No pinto, al menos de una forma tan artística; pero en general me llama la atención la pintura. Otro abrazo para ti.
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