Cuando
eres un gato callejero que alguien ha querido adoptar, debe tener presente que
eres difícil de domesticar. No debe dejarse llevar por tu parte tierna, porque
han sido infinitas las situaciones en las que has sobrevivido gracias a tu
instinto felino y a pasear por los tejados sorteando los peligros en las noches
de luna llena, flirteando con malas compañías, buscando una presa que te
sirviera de cena sorpresa. Será un reto ganarse tu confianza y que le regales
un maullido sin quedarte dormido. Y aun así, siempre estarás alerta con tus
oídos ultrasónicos, por si se cruza un gato negro más apuesto e irónico. Las
calles te han enseñado a que el que hoy te da comida, mañana te la puede quitar,
y que de cazar ratones no te debes olvidar; que una vez sobreviviste sin nada y
que en caso necesario volverás a las andadas. Pero si le ronroneas y le
aguantas la mirada..., ya te tiene ganado en cuerpo y alma. Además, si un gato
te da un lamido, es que te está haciendo un cumplido.
Mi
parte gatuna te sugiere que: no me toques los bigotes o te sacaré las uñas; te
ayudaré en tus días más negros, yo puedo ver en la oscuridad; si alguna vez me
pierdo, por mi nariz me reconocerás; si me bañas, la curiosidad te matará;
valoro mi tiempo, no me hagas perder siete vidas más; la casa ahora es mi
territorio, y tú mi inquilino —lo he marcado—, acuéstate boca arriba y
seremos aliados; no me busques los tres pies o encontrarás cuatro, no hay gato
encerrado, o serás tú el que acabará escaldado; mi corazón palpita más despacio,
en cuanto te descuides y no me cuides te mordisquearé tus zapatos; recuerda que
soy alérgica al chocolate, o acabarán llamándote matagatos; no me metas prisa
cuando me esté acicalando, y no me vengas con eso de que por la noche todos los
gatos son pardos; si me pillas en celo y me froto contra ti, no te asustes, tal
vez quiera recordar cómo se hacen los gatitos, y esperaré como buena minina que
me muestres tu cariño agitando tu rabito; arañaré tus rincones o los colorearé,
no me castigues que no te entenderé, solo recompénsame despacio. Y no
olvides que los gatos también hemos viajado al espacio.
Ameno texto con la minina como narrador. Estoy por adoptar a un gato :))
ResponderEliminarBuen día Soledad.
jejeje son unos animalitos traviesos y adorables :D ¡Qué pases un día genial, Alejandra!
EliminarBonita la narración, me encantan los gatos. saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Mila. Saludos :)
EliminarLos gatos son muy literarios con esa forma de ser tan curiosa buscando el mejor lugar y acomodo. En La bitacora de la imaginación, mi blog, tienes un par de breves relatos sobre gatos con el mismo nombre q el tuyo. Muy bueno tu relato. Estás invitada a conocer a Mimosa la gata de Las Nuevas formas de expresión.
ResponderEliminarMuchas gracias, Vicente. Acabo de pasar por tu blog pero no he encontrado las entradas que me comentas. :( ¿Te importaría facilitarme los enlaces? Un abrazo gatuno.
EliminarOriginal historia (con tantas rimas me ha resultado de lo más curiosa), donde además se puede escuchar la voz de esta minina narradora. Pues nada, muy bien hecho por tu parte :) ¡Un saludo!
ResponderEliminarMuchísimas gracias de nuevo ;) miauuuu
Eliminar¡Guau! Qué bien escribes... Bueno, eso ya lo sabía, pero no había reparado en tus audios, magnífica interpretación y una voz muy hermosa. ¡Miau! ¡Me encantan los gatos! Tengo dos, mi gata gordita "Goonie" y el pequeño travieso "Willow"...
Eliminar¡Fantástico, Soledad!
:) Muchísimas gracias. Ha quedado la voz un poquito enlatada, lo grabé con el móvil jeje. Yo quiero un gato pero como últimamente ando dando tumbos me es imposible hacerme cargo. Me cantan los nombres, por cierto. :)
EliminarUn abrazo, amigo. :)
Me cantan no, me encantan jaja :)
EliminarPrecioso homenaje a los gatitos!!! Y qué bonita tu voz, ha quedado genial todo, poético, divertido, tierno... muy gatuno. Un beso enorme
ResponderEliminarMuchas gracias, guapísima. =) Un besazo.
EliminarMe encanta como has encerrado la dura vida de algunos gatitos en este relato tan tierno y divertido! Ha quedado precioso :)
ResponderEliminarMil gracias, Irene. ;) Encantada de tenerte por aquí, espero que se repita la visita. =)
EliminarUn texto simpático y encantador. Si me ha gustado leído, oído me ha cautivado. Tu voz suena dulce y simpática, como la de quien cuenta un cuento. Y sin tropiezos!!!
ResponderEliminarEspero que disfrutes de tu amiga gatuna.
Un abrazo.
Muchísimas gracias, Josep. ;) Es un amigo, jeje Y un gamberrillo muy juguetón. He actualizado esa entrada para poner su foto. =)
EliminarUn fuerte abrazo. =)
jeje A mí me tiene agotada. Es pequeño aún, 3 meses, y todavía no controla jugando los bocados y sus afiladas uñitas. Es mi primera mascota oficial, jeje (sin contar peces) =)
ResponderEliminarUn saludo. :)
¡Hola, Soledad! Después de tres semanas de vacaciones me da muchísimo gusto volver y poder leerte. Venía yo cargando con abstinencia de tus textos y he disfrutado con esta nueva muestra de tu original manera de decir, y con la posibilidad de ser testigo de esta ceremonia inaugural de la relación con tu primera mascota. Un beso!
ResponderEliminarHola, José Ángel. Muchísimas gracias por tu visita. Yo también ando algo perdida. =/ Actualicé esta entrada para poner la foto de mi nuevo amiguito, jeje.
EliminarUn abrazo grande, jefazo. =)
Enhorabuena por tu nuevo amigo, Sole. Son las mejores relaciones, las de amor y bocados ;)
ResponderEliminarUn abrazo, nena.
Sííí, jeje Muchas gracias, guapa.
EliminarUn besazo. =)
Me ha encantado Soledad. Yo también adopté un gatito callejero, aunque más bien me lo regalaron para que lo adoptara. Y entró en mi casa una –bueno, es macho– panterita negra como la noche, de ojos verdes color esmeralda que pese a alguna que otra trastada, y cargarse algunas cosas –me arañó unos zapatos nuevos, y he de admitir que me enfadé muchísimo porque precisamente, no me sobra el dinero– es de carácter bueno, afable y juguetón. Ya tiene tres años y sigo queriéndolo como el primer día. Tu gato es muy bonito, por cierto ; )
ResponderEliminarGracias, Ramón. El mío es muy bonito, la verdad. Se ha puesto enorme, pero no veas los bocados que mete el minino. Tenemos una relación de amor-odio, je, je. Amor gatuno, que le vamos a hacer. =P
EliminarUn abrazo. =)
Jajaja, el mío también hace eso. Nunca me ha arañado queriendo, pero mordiscos los que quieras, aunque sea jugando. A mala hostia creo que me mordió una vez, aunque se contuvo, por un susto que le di. Casi siempre tengo alguna marca en las manos, ya sabes como son los dientes gatunos, jaja ; )
EliminarHola, Soledad. Excelente relato/poema y exquisita narración del mismo. Los matices que le das son justos y lo hace tierno y divertido. Te sigo y te leo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Raúl. ;) Me alegra muchísimo que te haya gustado.
EliminarSaludos. =)