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miércoles, 4 de noviembre de 2015

El poder de un libro



Era un día triste de lluvia, una de esas típicas tardes sobrecargadas de melancolía en que no sabes en qué malgastar el tiempo para hacer que corra más deprisa. O, al menos, eso pensaba Alicia, que ya había mirado un centenar de veces todas sus redes sociales y contactado con todas sus amistades vía Whatsapp.
Lo cierto es que Alicia no tenía ningún plan específico para consumir aquel compás de espera que parecía prolongarse hasta el infinito. Para ella, una chica de catorce años que anhela conquistar la mayoría de edad para sentirse al fin libre y dueña de sus actos, aquel lapso suponía una agónica espera. Alicia aún no había aprendido que la libertad no necesariamente se consigue con la mayoría de edad.
Invadida por el hastío veía caer la lluvia a través de la ventana, cuando, con un giro de cabeza, su mirada se detuvo en una estantería repleta de libros heredados de su madre. Aquellos libros simbolizaban un testamento aún por hojear, albergando en silencio la esperanza de ser leídos por aquella a la que su anterior propietaria había designado como su legítima heredera.
Hacía años que Alicia no tenía entre sus manos un libro sin que mediase la obligación de leerlo; tantos que apenas recordaba cuándo había sido la última vez que leyó por placer. Al igual que la mayoría de sus amigas adolescentes, la lectura fuera de su rutina escolar no entraba en sus planes.
De repente, le vino a la memoria el placer que experimentaba de pequeña al meterse en la cama y escuchar la dulce voz de su madre narrándole la historia de aquel lobo feroz que intentaba derribar con potentes soplidos las pequeñas casas de aquellos tres alegres cerditos, y cómo sus párpados se iban cerrando lentamente mientras su madre ponía voz a los personajes del cuento. Por unos instantes añoró volver a aquel pasado que le hacía soñar despierta.
Alargó su brazo y tomó uno de aquellos libros de la estantería. Leyó el título en la portada: La historia interminable. «Cómo este día de mierda», pensó.
Ni siquiera lo abrió por la primera página, que hubiese sido lo normal, sino que lo hizo avanzar, pues tal era su aburrimiento. Se recostó sobre la cama y comenzó a leer con pereza.

«Los dragones de la suerte son de los animales más raros de Fantasía. No se parecen en nada a los dragones corrientes ni a los célebres que, como serpientes enormes y asquerosas, viven en las profundas entrañas de la tierra, apestan y vigilan algún tesoro real o imaginario. Estos engendros del caos son casi siempre perversos o huraños, tienen alas parecidas a las de los murciélagos, con las que pueden remontarse en el aire ruidosa y pesadamente, y escupen fuego y humo. En cambio, los dragones de la suerte son criaturas del aire y del buen tiempo, de una alegría desenfrenada y, a pesar de su colosal tamaño, ligeros como una nubecilla de verano. Por eso no necesitan alas para volar. Nadan por los aires del cielo lo mismo que los peces en el agua. Desde tierra, parecen relámpagos lentos. Y lo más maravilloso en ellos es su canto. Su voz es como el repicar de una gran campana y, cuando hablan en voz baja, es como si se oyera el sonido de esa campana en la distancia. Quien escucha alguna vez su canto, no lo olvida en la vida y sigue hablando de él a sus nietos».

Alicia se incorporó vigorosa. Su corazón palpitante parecía querer salir de su pecho. Mientras leía esas líneas había contemplado a esos mismos dragones hasta el punto de poder describirlos a la perfección, sentir el calor de su fuego y escuchar el murmullo de su canto. Por un instante su mundo había sido Fantasía; un lugar lleno de colores de la naturaleza, con un palacio en el que destacaba una gran torre de marfil y en el que pudo ver a un niño caminando por un sendero…
Desconcertada, y sin saber muy bien qué había ocurrido, cerró el libro, devolviéndolo a su lugar en aquella nutrida estantería que durante tantos años había pasado desapercibida ante sus ojos.
Minutos más tarde cogió otro libro; y luego otro, y después otro más. Cada nueva línea que leía conseguía transportarla a una nueva dimensión totalmente desconocida para ella. Así consiguió ponerse en el pellejo de un joven aprendiendo a ser mago, siguió pistas que habían dejado unos templarios e incluso sintió el ardor de su cuerpo haciendo el amor por primera vez.
Se notaba confusa, atrapada y liberada al mismo tiempo, y con una extraña sensación, como de volar sin alas, que le producía seguridad y vértigo a partes iguales. Había vivido un sinfín de aventuras sin tan siquiera poner un pie fuera de su habitación. Por primera vez en su vida sintió la necesidad de devorar la palabra escrita.
Pensó que tal vez había caído víctima de un mágico encantamiento que sólo la afectaba a ella. Era un leve temor que la embargaba; pero no de los que paraliza, sino de los que te empujan a ir más allá en busca de respuestas.
Acudió a su madre. Para ella, su madre siempre había sido su mejor confidente.
—Mamá, ¡es extraordinario lo que me ha ocurrido! —dijo Alicia muy excitada.
A partir de aquí se volcó en contarle a su madre todo lo que había experimentado en la soledad de su cuarto. Y mientras lo hacía, en el rostro de su madre se iba dibujando una sonrisa cargada de orgullo y profunda emoción.
Cuando Alicia acabó de relatar lo sucedido su madre le apartó con dulzura el pelo que le caía sobre el rostro.
—Tranquila, tesoro. No debes asustarte. Y sí, llevas razón. Sentir la magia que encierran las páginas de un libro es algo extraordinario que no todo el mundo consigue experimentar. Es el poder de tu imaginación quien prolonga ese poderoso hechizo, y es tu fantasía quien te hace vivir las historias con tanta intensidad que las hace reales durante un fragmento de tiempo. ¿Verdad que siempre encajas en la piel de un protagonista?  —Alicia asintió con un gesto—. Eso es exactamente lo que quería que un día pudieses experimentar. Por eso dejé todos esos libros allí, en tu cuarto. No se puede forzar a alguien a leer un libro, porque esa magia se rompe. Dime, ¿recuerdas por qué papá y yo decidimos llamarte Alicia?
—Por el libro de Alicia en el país de las maravillas.
—Ese fue el primer libro con el que aprendí a proyectar las letras, a disfrutar del mismo entusiasmo que tú ahora. ¡Bienvenida a tu particular país de las maravillas, mi querida Alicia! Aquí no hay reglas; sólo el poder de un libro y los límites que imponga tu imaginación. No sabes lo feliz que me hace el ver que tú misma has decidido abrir tu mente a nuevas experiencias, que al fin has aprendido a leer con todos tus sentidos. ¿Me acompañas a la librería de la esquina? Ahora que estás preparada no se me ocurre mejor regalo para ti que un libro. Pero esta vez, él te elegirá a ti.
Alicia giró la cabeza y, mientras observaba aquellos libros que pacientes aguardaban su turno en aquella nutrida estantería, al fin descubrió dónde se hallaba su verdadera libertad.



24 comentarios:

  1. Es inevitable mirar con algo de nostalgia la infancia, esa época en la que, por la poca extensión de los libros, era fácil devorarse unos cuantos en un mismo día o semana. Y sí, la imaginación es una poderosa aliada, sobretodo cuando se junta con la ayuda de un libro que de el impulso necesario para adentrarse de lleno en la magia de cada historia. Un gran texto cargado de vitalidad y energía.

    ¡Un abrazo de libro EXTRAORDINARIA!

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    1. Más lectura y menos whatsappear jeje que esta juventud ya no leen casi nada que no esté en formato digital, y dan poco uso a la imaginación. Tengo ya mi pancarta preparada y todo, jeje :D
      Te mando un libro de abrazos extraordinarios. :)

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  2. Qué relato tan bonito... y los que amamos la lectura nos ponemos en la piel tanto de tu protagonista como de la madre de ésta. Para mí un libro siempre ha sido el mejor de los regalos, porque te dan la posibilidad de vivir infinidad de vidas, en infinidad de mundos en un mar de universos. Y dejarte llevar por ellos es una de las sensaciones más deliciosas que existen... no entiendo que exista alguien que quiera perdérsela. La historia interminable me encantó (bueno, todos los libros de Ende, que los he leído) pero cuando vi la película salí del cine con un cabreo enorme. Sólo me gustó la banda sonora y Fujur... que se parece a mi perra Fibi :) Un beso

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    1. Gracias, Chari. Creo que nunca se puede comparar un libro a una película. Especialmente cuando hemos leído antes el libro en cuestión. A mí también me encanta la banda sonora por eso he puesto el enlace al final. ;) Es preciosa tu perrita. :)
      Un beso, guapa. :)

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  3. Soledad, un gran regalo. Gracias.
    Te sonrío con el Alma.

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  4. Me encanta Soledad, es precioso. Soy una de esas personas que opina que no hay nada más mágico que leer un libro!!
    Muy bueno, Besin ;)

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    1. Muchísimas gracias, guapa. :) Pues sigamos disfrutando de esa magia. ;)
      Un besito. :)

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  5. Qué bonito tu relato, Soledad!! Describes muy bien ese primer encuentro libre, voluntario y mágico con los libros y con la literatura. Un privilegio al alcance de casi todos pero que no todos alcanzan :))

    Más de uno/a que yo conozco deberían leerte y tomar nota :D

    Esta vez no me han dado risa tus letras, pero te lo perdono jajajajja.

    Besitos, guapa!!

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    1. Gracias, Julita. ;) De vez en cuando me pongo más seria, o mato a gente en plan terrorífico, solo para que penséis que no solo digo pampiroladas. Pero, no te preocupes, ya mismo ataco de nuevo jejeje :P
      Un besazo. :)

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  6. Muy bonito Soledad, la grandeza de la lectura y sus mundos extraordinarios.
    Es un relato motivacional, y obligatorio para que se sepa lo que se pierden al no leer.
    Besitos!!!

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    1. La lectura te permite dejar volar tu imaginación. Y escribir, buah, ya ni hablemos. ;)
      Muchas gracias, guapa. Como siempre un placer tus visitas y tus comentarios. :)
      Besitos. :)

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  7. El libro la mayoría de veces te elige, al menos a mi me pasa con algunos. Y además eso que dices, te permite integrarte en su contenido haciéndote protagonista, la imaginación luego juega su papel.

    Un libro y relato extraordinario Soledad.
    Que pases un finde genial.

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    1. Llevas toda la razón, guapa. :) Mil gracias por tu visita y por dejar tu comentario. ;)
      Un abrazo. :)

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  8. Me ha gustado mucho aunque me ha costado un poquito leerte por el tipo de letra utilizado en el blog. Un saludo

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    1. Muchas gracias, Mª Ángeles. :) Llevas razón, esta letra es más complicada para leerla. Intentaré no usarla en los textos. También me lo ha comentado otro compañero. ;)
      Mil gracias por tu visita. Un saludo. :)

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  9. Efectivamente, un libro nos puede transportar muy lejos, hacer volar nuestra imaginación hasta límites insospechados. No solo ensancha nuestra cultura sino nuestra mente. Leer es como soñar despierto. No puedo concebir a alguien que no lea jamás un libro aunque, por supuesto, salvo excepciones, no se nace lector, hay que enseñar a leer y a amar la lectura.
    Un relato muy bello, entretenido y muy bien escrito. A fin de cuentas, para saber escribir hay que saber leer y disfrutar de la lectura.
    Un abrazo.

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    1. Totalmente de acuerdo contigo. ;) Muchísimas gracias por tu aportación. Un placer recibir tu visita. ;)
      Un abrazo. :)

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  10. Llego a ti a través de nuestro amigo común Isidoro, de Cuentos Naweb, y lo primero que leo es un bello canto a la lectura. Me he sentido identificado al cien por cien con la protagonista, y espero que mi pequeño extraterrestre encuentre también el placer que sólo la lectura puede proporcionar.
    Te añado a mi lista de lectura a seguir y te invito gustoso a mi pequeño blog de relatos amateur.
    Un saludo.

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    1. Me alegra muchísimo que nos haya servido de nexo Isidoro, buena persona y buen escritor. ;) Muchas gracias por tu visita, te la devolveré encantada. :)
      Un saludo. :)

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  11. Los que somos "devoralibros" entendemos esa sensación tan increíble....me ha gustado hasta limites imposibles! Y más que su primer libro haya sido uno de Fantasia! Muy bueno, Soledad! Aupa la lectura!!! Besooos!

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    1. Aupa la lectura... y la escritura!! ;) Un besote, amiga. :)

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  12. Esta ves él te elegirá a ti...
    Genial.
    Yo también he heredado muchos libros de mi madre. Me ha encantado, precioso.
    Un besillo.

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Gracias por regalarme un poquito de tu tiempo.

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